lunes, 4 de octubre de 2010

Pequeños animales maliciosos

Desde muy pequeño me fascinó el mundo de las hormigas. Claro, en ese entonces mi entretenimiento era darles persecución y caza.
Hacía verdaderas batallas; soldaditos de un lado y los enemigos “las hormigas” del otro.
Podía estar varias horas entretenido en aporrear a aquellas criaturas, que no hacían otro mal que despertar en mi imaginación, todo el mecanismo trasladado desde la televisión, al “campo de batalla” decía yo y hacia ahí me dirigía.
También concedía entre los míos, que muriera alguno de ellos.
Después de la batalla, se hacía el recuento de las bajas y el procedimiento de honor en tales circunstancias.
No había distinciones para mí con aquellos seres, y llegué a reconocer una variada multitud de formas dentro del género.
Pero al llegar a la zona balnearia mi campo de investigación se amplió aún más.
Lo que me despertó mas curiosidad, era la llamada “hormiga león”. Ésta, que no figuraba en ninguna parte de mis registros, acaparó por completo mi atención.
De hecho, no sabría a ciencia exacta si la denominación hormiga estaba bien utilizada.
Vivía bajo la arena. Y a diferencia de las otras, no compartía un hábitat comunitario, sino todo lo contrario.
Pero el nombre “león”, si tenía una intención que muy bien se correspondía con aquella. Era realmente temible por los animales que recorrían el suelo, ya que su dieta consistía precisamente de insectos rastreros.
Su eficacia en atrapar a los mismos, se preparaba haciendo un cono perfecto en la arena, tirando a manera de paladas desde el centro hacia los bordes.
Una vez terminado, quedaba prácticamente oculta debajo del mismo vértice del cono, esperando a que su presa cayera incauta dentro de aquel hoyo.
Una vez que ello sucedía, comenzaba a tirar arena hacia arriba para evitar que pudiera trepar por el mismo, y así caía en su centro. La fijaba con una pinza que tenía en su boca. Después la inmovilizaba y desaparecía debajo de la arena con su víctima.
Este conocimiento compartido por un compañero de escuela, bastó para que pasara días probando con todo tipo de insectos atrapados por mí, y luego puestos intencionalmente dentro de aquellos conos de arena que ahora veía y reconocía fácilmente por todos lados.
El tiempo siguió y mi atención se entretuvo en otras curiosidades.
Pero, de tiempo en tiempo vuelvo mi mirada sobre este para mi curioso animal.
Me impactó mucho el día que nuestro ahora presidente comentó un incidente ocurrido en sus largas horas de calabozo y soledad. Dijo…”las hormigas también emiten sonidos”, algo que yo hacía mucho había descubierto también en mis largas horas de juego y aprendizaje.

Hoy con más respeto por ellas, aún no he logrado establecer códigos de convivencia.
Lo que a veces, riego y cuido durante varios días, les apetece comerlo durante un descuido inspectivo.

Al “sebo maligno” inventado por el hombre, “superior” al polvo tóxico indiscriminado. No ha habido aún un desarrollo mejor.

Podríamos capturar algunas hormigas del mismo hormiguero, meterles alguna ideología y volverlas a poner dentro del hormiguero para generar un desorden conspiratorio. O quizás elegir algunas al barrer, impartirles algún curso acelerado en doctorado y relaciones hormigueas y dejarlas para que convenzan a las otras de que no es bueno tener un enemigo tan poderoso, haciéndolas abdicar antes del intento.
O mejor aún fanatizar a un par de ellas y decir que el fin del hormiguero está próximo.
O por que no, tecnificarles el trabajo haciéndoles creer que están más cómodas. Y ponerlas ahora si a trabajar para nuestro beneficio.
Creo que las posibilidades y los campos de estudio son realmente vastos.
¿Quizás exista alguna hormiga con pretensiones o aspiraciones de abeja?
¡Si las hay!... me dirán, y su vuelo es inútil y efímero.
Muchas de ellas se reúnen y salen un sólo día para cortejar a una sola reina, o por lo menos candidata a presidenta.
Uno sólo, fecunda a la que comenzará el hormiguero en otros suelos. Pero no por ello escapa al mismo fin trágico que todo el resto.

Solo, un vuelo…

tincho

No hay comentarios:

Publicar un comentario